Crónica por los festejos del Centenario de la Independencia de 1910

Para los festejos del Centenario de la Independencia de México, el modelo a seguir se encontraba en las festividades de la Exposición Universal de París de 1889. El Congreso Nacional de Educación Primaria, la construcción de nuevo anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria, y la reconstrucción de la Universidad Nacional de México por Justo Sierra; eran compendios de ese pensar.

Por ello, se invitó a las fiestas a la mayor cantidad posible de representantes especiales extranjeros, además del cuerpo diplomático (de 51 países que entonces se contaban vinieron 32). Asistieron representantes de: España, Francia, Alemania, Estados Unidos, entre otros. (Inglaterra no acudió, aunque aceptó la invitación, por el luto de la muerte del Rey Eduardo VII de Inglaterra). Para recibir a los invitados especiales se organizaron banquetes, recepciones y bailes. Hubo desfiles de militares y marinos extranjeros que acompañaban a sus representaciones y que arribaron a Veracruz a bordo de barcos de guerra. Las principales figuras de la élite porfirista alojaron a los invitados de honor extranjeros (por ejemplo, el representante de España, Camilo García de Polavieja fue recibido en la residencia de don Guillermo Landa y Escandón. Nicaragua iba a enviar al poeta Rubén Darío, quien por conflictos internos no pudo asistir.

Las banderas de todas las naciones se izaban en los edificios y se tendían a lo largo de los balcones, juntábanse el escudo español, las estrellas norteamericanas, el sol argentino, el crisantemo nipón, las águilas rusas y otros emblemas (...) Aparecían los retratos de los principales caudillos de la Independencia, las fechas de 1810 y 1910 y las palabras Independencia, Paz, Progreso, y sobre todo Libertad. Los edificios de las principales calles de la ciudad se iluminaron por primera vez con tubos de mercurio y con foquitos. La energía que se gastó durante ese mes fue de 168 millones de watts. Con esto se inició la tradición de iluminar las calles y avenidas de la capital con motivos alegóricos.

El 1 de abril de 1907 se forma la comisión encargada de los festejos del centenario. Bajo los lineamientos del General Díaz: “El primer centenario debe denotar el mayor avance del país con la realización de obras de positiva utilidad pública y de que no hay pueblo que no inaugure en la solemne fecha, una mejora pública de importancia”.

El trabajo ideológico se debe en gran parte a Justo Sierra y a Vicente Riva Palacio en el ámbito de su intelectualidad: la historia nacional el primero y sobre las lecciones de civismo el segundo.

No solo fueron bailes, cantos y desfiles. Díaz tenía la necesidad de mostrar ante los países del mundo y sus inversionistas que México era una nación importante, progresista y confiable. El prestigio internacional de México se fincaba en su disposición a la inversión extranjera y las garantías y privilegos que el gobierno mexicano les otorgaba. En 1910 el régimen porfirista quiso asegurarse un lugar digno en la comunidad mundial. De éste acontecimiento surgen instituciones como la Escuela Internacional de Arqueología y Antropología. Como parte de un modelo de construcción nacional y conciencia histórica impulsado por el régimen. Valiéndose de medios propagandísticos como: el ensalzamiento de los héroes patrios, las construcciones civiles y los monumentos conmemorativos.

De los héroes valorados por el régimen se eligió a Cuauhtémoc, último rey Azteca, como modelo de abnegación patriótica. Y a Benito Juárez como modelo de conciencia liberal. La modernidad también fue un elemento imperativo al servicio del régimen, y se extendieron contratos para la iluminación de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, de los edificios de gobierno y concesiones petroleras.

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